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Entonces Diógenes se dió cuenta que necesitaba un maestro. Y busco a uno llamado, Antistines. Fundador de la escuela cinica. Que, de pequeño, fue maltratado por sus orígenes mestizos, al ser hijo de una esclava tracia y padre griego. Así que el día que le gritaron: “nóthos” (mestizo ), el otro niño, de sangre pura ateniense, esperaba una reacción que incluia golpes. Solo se limito a responder: –Bien, “en esa maravillosa pureza ateniense ya tienes algo en común con los caracoles y saltamontes que encontramos por aqui.” Todos estallaron en carcajadas, riendo del agresor.

En otra ocasión, mientras los sacerdotes tenían un rito para que conociera los misterios del Hades, el otro mundo, griego. Antistines, desesperado respondió: -Si tantos bienes hay en el Hades esperando, ¿Por qué no te suicidas?

Podemos darnos una idea del tipo de persona que era Antistines. Así que después de diferentes experiencias fundó la escuela cinica. Fue un maestro rudo. Literalmente enseñaba a bastonazos. Pero de todos estos alumnos, hay uno que es especial, un tal Diógenes de Sinope. Que un día mientras el maestro repartía sabiduría respondió mientras recibia un golpe: “puedes golpearme todo lo que quieras, pero mientras tengas algo que decir y me parezca importante, permanecere a tu lado.”

 En este punto quisiera hacer una pausa. ¿Realmente los maestros deben ser duros? Pero quizás es que los alumnos no son tan receptivos. La cuestión aquí es, ¿El alumno sabe que está buscando?

Una consigna budista dice que cuando el alumno está listo el maestro aparece. Pero yo no creo que sea del todo así. Algunas veces en búsqueda del aprendizaje pasamos por muchos maestros. Unos mejores que otros. ¿Cómo podemos saber si es un buen maestro? Quizás sea aquel que te confronta contigo mismo. Quizás el que te hace rabiar pero hay, en el fondo, algo de razón. El que es crítico y nos enseña a serlo.

Ajahn Chah decía: ¿Cuál es el problema más grande de un discípulo nuevo?”

 “Las opiniones. Los puntos de vista e ideas acerca de todas las cosas. Acerca de sí mismo, acerca de la práctica, acerca de la enseñanza del Buda.

Muchos de aquellos que vienen aquí gozan de alta posición en su comunidad. Aquí hay ricos comerciantes o graduados universitarios, profesores u oficiales gubernamentales. Sus mentes están repletas de opiniones acerca de las cosas. Ellos son demasiado inteligentes para escuchar a otros.”

He conocido a personas que se acercan con la intención de que sus perspectivas sean validadas, realmente no quieren aprender. Si algún maestro los manda al infierno, lo primero que hacen es irse enojados y muy resentidos. De poco sirvió el Dharma si lo primero que hacen es salir corriendo, sin necesidad de un bastonazo. Y surge en ellos el resentimiento.

Si bien es cierto, el conocimiento no es algo que se deba impartir a golpes, la realidad es que, parece ser que el ser humano requiere en sus aprendizajes de cierta “terapia de choque”, pues se afianza tanto en sus perspectivas que muy difícilmente puede cambiar, una persona con convicciones es difícil que cambie su perspectiva.

Dile que no estás de acuerdo, y se aparta. Muéstrale hechos y cifras, y cuestionará tus fuentes. Apela a la lógica, y no verá tu punto de vista.

Medite en ello al buscar un maestro.

                                                 Wú Jī Shakya.

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